Espacialidade


por Olga Blázquez Sánchez


Foto: Olga Blázquez Sánchez

ver também: Performance, Somateca, corpo-território
      

            Según el diccionario de la Real Academia (de la lengua) Española (RAE) —institución a la que no le concedo más autoridad que la de facilitarnos un punto de partida desde el que hacer palanca para la reflexión sobre el concepto que voy a desarrollar, la espacialidad queda definida como cualidad de espacial; si buscamos espacial, el diccionario nos arroja la denotación perteneciente o relativo al espacio; y, si, finalmente, leemos lo que espacio quiere decir, nos topamos con la siguiente descripción: (1) extensión que contiene toda la materia existente, y/o (2) parte de espacio ocupada por cada objeto material.

Estas nociones espaciales no me convencen, puesto que sitúan el espacio en un lugar previo o a priori con respecto a la materia. Como si el espacio fuera el contenedor inmaterial que existe antes que los objetos que lo pueblan. Pero, quizás, el espacio no es una condición previa, sino un resultado. El espacio es la consecuencia de la distribución de los objetos, la consecuencia del modo en el que se organizan las distancias entre los objetos. Esa organización, por su parte, nunca es neutral, sino que siempre está orientada(siguiendo la palabra clave que Sara Ahmed emplea en su Fenomenología queer). Por lo tanto, los objetos no quedan dispuestos en el espacio, sino que quedan dispuestos los unos en relación a los otros, produciendo, así, el espacio. Los objetos, de hecho, así como las relaciones que se establecen entre ellos —que tampoco son previas a ellos mismos— son ya el espacio.

Cabe decir que, con objeto, me refiero a todas las cosas del mundo, incluidos los seres vivos (y, por ende, los seres humanos). También cabe decir que al objeto le reconozco su agencia, tal y como hace Bruno Latour, sea el objeto un ser vivo o no —y, por lo tanto, no hago distinción entre sujetos y objetos (sin que ello signifique que yo incurra en una cosificaciónirrespetuosa desde el punto de vista ontológico—. Esto es así porque los objetos, y, como consecuencia, los espacios, se producen en el seno de unas formas de producción particulares que son naturoculturales (y, en esta ocasión, empleo una palabra procedente de los escritos de Donna Haraway). Esto quiere decir que las formas de producción arrastran una trayectoria material, social, histórica encarnada y de la que participan todos los seres en interrelación ecológica, simpoiética, de coproducción. Estas interrelaciones simpoiéticas están en continuo proceso de producción y de individuación.

Una de las disciplinas que se ha erigido como autoridad en esto de pensar el espacio y su producción ha sido la arquitectura. Creo que es interesante pensar la arquitectura desde su dimensión performativa, desde su condición de hacedora. También es interesante, siguiendo en esta ocasión a Bernard Tschumi y a Dorita Hannah, pensar la arquitectura como evento, como algo que sucede, que ocurre, que pasa. Pero, entonces, ¿qué diferencia a la arquitectura del espacio mismo? Según Bernard Tschumi, una de las características propias de la arquitectura es que esta tiene siempre un plan. Es decir, que la arquitectura sería la producción de un espacio desde una programación previa —lo que vendría a ser lo mismo que la voluntad expresada de forma explícita y consciente de producir espacio orientándolo hacia un lugar específico; el programa constituiría la orientación premeditada del espacio—. En esta aproximación a la arquitectura, el habitar es siempre posterior al construir —como si eso fuera del todo posible—, igual que en la noción normativa del espacio, los objetos pobladores eran siempre posteriores al espacio-contenedor. La arquitectura, así vista, decretaría por voluntad las coreografías habitacionales posibles de un espacio.

Y esa relación hipotética entre habitar y construir, probablemente, es la propia de las arquitecturas mayores. Pero, como plantea Jill Stoner en su libro Hacia una arquitectura menor, también existen arquitecturas menores. Las arquitecturas menores bien podrían tomar la forma, entre otras, de arquitecturas vernáculas, tal y como estas quedan esbozadas en el libro Un habitar más fuerte que la metrópoli, del Consejo Nocturno. Una arquitectura vernácula sería una prolongación del espacio dado. Y, en ese sentido, por ejemplo, "un iglú no es más que la continuación por otros medios del viento glaciar, pero vuelto habitable". En este caso, cada arquitectura es el resultado de habitar de una determinada manera, es decir, de establecer las relaciones con los objetos desde unas intensidades y unas distancias singulares, con unas velocidades concretas (sin prescripciones previas). En este segundo sentido, la arquitectura siempre sigue siendo cuerpo y siempre sigue siendo mundo, es interioridad-exterioridad con tantas posibilidades como formas de habitar.

Llegadas/es/os a este punto, ¿qué decir sobre la espacialidad? ¿Qué diferencia al espacio de la espacialidad? La espacialidad, probablemente tenga que ver con la percepción del espacio y con la relación subjetiva y afectiva que establecemos con él. Igual que las temporalidades han venido construyéndose semánticamente de un tiempo a esta parte en algunos ámbitos como las formas socioculturales de vivir el tiempo, las espacialidadestambién podrían referirse, de modo análogo, a las formas intersubjetivas y transindividuales de relacionarnos con el espacio.


Bibliografía

Ahmed, Sara. 2019. Fenomenología queer. Orientaciones, objetos, otros. Traducido por Javier Sáez del Álamo. Barcelona: Edicions Bellaterra.
Consejo Nocturno. 2018. Un habitar más fuerte que la metrópoli. Logroño: Pepitas de Calabaza.
Haraway, Donna. 2019. Seguir con el problema. Generar parentesco en el Chthuluceno. Bilbao: Consonni.
Lefebvre, Henri. 1991. The Production of Space. Translated by Donald Nicholson-Smith. Oxford and Cambridge: Blackwell.
Stoner, Jill. 2018. Hacia una arquitectura menor. Madrid: Bartlebooth.
Tschumi, Bernard. 1996. Architecture and Disjunction. Cambridge and London: MITT Press.
           





perMARÉ perMARÉ perMARÉ perMARÉ perMARÉ perMARÉ

Este trabalho é financiado por fundos nacionais através da FCT – Fundação Para a Ciência e a tecnologia I.P., no âmbito do projeto «CEECIND.2021.02636».